lunes, 5 de noviembre de 2012

Léanme,
que voy a escribir.
Escúchenme,
que voy a hablar.
Ámame,
que
     te 
      voy
            a
              amar.







Dení Araoz

martes, 25 de septiembre de 2012

In Fusión

¿Me permites tomarte de la mano mientras te miro, mi amor?
Contarte de mí, de nosotros, de lo que somos y de lo que será.
Hablar con las manos, y sentirte la tez...
Mientras pasan los segundos y la lluvia se vuelve miel,
 me riegas, rocío, con gotas a propel.
Bébeme entonces, cual si fuese café.
Y elévate a lo alto donde siempre hay fe,
donde no somos nadie, donde no hay qué temer,
allí donde nace el color de tu piel.

Dení Araoz

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Bacteria


Trato de tomar ese camino
para ver si tropiezo contigo.
Camino sola o acompañada,
según sea mi destino.

A veces figuras entre la multitud
como si irradiaras color púrpura;
otras veces tu luz se disipa,
perdiendo su encanto, volviéndose impura.

Róbame un suspiro al pasar a tu lado;
aunque te ruego, mi cielo, seas disimulado.
Si con solo pensarte termino atolondrada,
imagina, mi vida, con una mirada.

Tu voz figura una esfera azul
dentro de un frasco de cristal,
adornado con lazos de fino tul;
sobre una repisa, junto a un vitral.

Y corre libérrimo tu encanto,
sin vergüenza ni ataduras…
no se esconde bajo un manto.

Se desprende tu alma de ese cuerpo;
surgen sonidos agudos del viento.
Mi pupila refleja
el color gris de tu pensamiento.

Con estas letras te hago partícipe
del anhelo de mis sentidos:
mis manos sudan con sólo oírte
y se descuadran mis latidos.
  
Brindabas a mi sangre
el color rojo ardiente,
y a mi voz el tono
liviano y paciente.

Marcaste el ritmo de mi andar,
cambiaste mi boca y manera de hablar.
Gustos y modos quise cambiar
para como tú poder actuar.

Absorbiste mi alegría
cual agujero negro;
deshiciste mi armonía;
más, ya no me alegro.

Cada grito de júbilo
se transformó en desesperación;
quedaba un fino hilo
entre el odio y la pasión.

De mi pared escurrían
gotas de verdes lágrimas;
tal ves mis sentidos me mentían,
tal vez no me amabas más…

A pesar de todo lo que en mí provocas,
cuando me abrazas, cuando me tocas,
ya he enterrado mis fantasías locas.

La lluvia borró de mis labios
el sabor de tus besos. 
Puedo morder una manzana,
sin recordarte a ti.
Despierto en la mañana,
Vuelo y grito - ¡ya volví!-

No me faltan los abrazos
cálidos como los tuyos.
No me sobran las mentiras
que me tenían bajo yugos.

Se ha anulado mi obsesión tormentosa
por la ira y el sufrimiento;
aunque aún amo tu sonrisa amistosa
y tus dulces sentimientos.

Con tal de verte…
caminaré por ahí todos los días,
hasta que me sangren los pies.

Aunque duela,
aunque sufra,
aunque flote,
aunque imagine…

Dení Cabo
Orizaba, Veracruz
México.


No, mi amor, no te escribiré más;
no mereces las letras,

ni las manos en las que están.



Dení Cabo
5/9/12

jueves, 30 de agosto de 2012

Ven, 
y lee
TODAS las letras 
que NO te he escrito.






Dení Araoz
30/08/12

domingo, 19 de agosto de 2012

NOVELA

Voy a crear un personaje,
voy a crear una historia
desarrollada en el más hermoso paisaje
rescatado de mi memoria.

Y aquel personaje será
sonriente y hacendoso,
además de servicial,
valiente y cariñoso.

Será lo que sus padres desearon,
lo que sus amigos pedían,
lo que a pocos hostiga,
lo que muchos admiran.

Será también, de quien tengan dudas
por su impactante perfección,
quien siempre esté de buen humor,
quien a todos presta atención.
Incapaz de negar el bien al prójimo,
de bondad desbordante,
con talentos explotados al máximo,
con perfección en un grado atemorizante.

Mas nadie conocerá su alma,
nadie tomará su mano,
nadie entenderá su calma,
no habrá nadie a quien llame hermano.

Tendrá una barrera tan fuerte sobre su corazón
que será imposible penetrar en su interior.
Y nadie sabrá de su dolor,
para eso se encargará también
de alejar a cualquiera que le demuestre amor,
complacerá al despiadado, al hipócrita, al egoísta,
sin una razón clara, tal vez se identifica.
Y no habrá nadie en este mundo que exista
para calmar su aflicción.
Aun así sonreirá fríamente al exterior
a cada instante
¿A quién le importa el interior?
eso no es importante…

Dení Cabo
04/septiembre/2010
Orizaba, Veracruz,
México.

martes, 14 de agosto de 2012

Conciencia

Me alimentaré de cuatro cosas:
la escritura, la música, mi drama y mis recuerdos.

Me aferro más a mi dramatismo,
a mi romanticismo tan característico.
Me rehúso a dejar de exagerar,
dejar de soñar, y como siempre, gritar.

No dejaré de sentir, sólo dejaré de compartir,
si no están listos para mí, no forzaré a nadie a vivir,
a vivir lo que yo vivo, he vivido y viviré.

Me martirizaré aun más, me hundiré más en mi mente,
porque solamente ahí puedo ser yo libremente.

Hoy me obligo a alimentarme de cuatro cosas
con las que cómodamente puedo sobrevivir,
lo demás, que me resulta vano,
es lo que compartiré a la humanidad:
los halagos, los cumplidos, la obediencia,
la lealtad, la solidaridad y la paciencia.

Y cuando mi arsenal de banalidades
quede vacío y no tenga más recursos,
entonces saldré de nuevo a mostrar mis novedades,
las que estará ocultas hasta que les encuentre uso,
un uso que no afecte a los demás,
a aquellos que tan sutilmente me han pedido represión,
me han pedido felicidad, me ha pedido complacencia,
me han pedido conformismo, me han pedido conciencia…

Dení Cabo
04/septiembre/2010
I know you're there…
Somewhere in this big planet
Maybe hidden in my mind

I know you can’t see me
I know you can’t hear me
But… I know you can feel me

I used to think I knew it all
Now  I only know that I was wrong,
That I shouldn’t let you go that way

The truth is …I miss you
Even when I know I lost you
Now I’m sure that …I don’t know anything
But …I love you

Dení Cabo
06/04/12

Sol levante

¿Qué hay de fabuloso en el rojo del atardecer?
Hoy mis ojos se han posado sobre un rojo atardecer, en un sol que clama, que sufre y se agobia, que tiñe al mundo de su pena. Un sol con alma de hombre que solloza en la lejanía de su esplendor. Llora porque ama con toda su masa y su poder.
Él, un sol hermoso, cubierto de llamas que adornan su vista con brillantez, sol bermejo, sol con traza de valiente, sol de fuego, sol con aires de opulencia, sol de fuerza y calidez, sol líder, sol ejemplo, sol tu vida, sol la mía.
Sol poniente entre brazos frondosos y verdes, contraste afable con su roja tez; se vuelve lívido y distante cuando lo miras otra vez.
Sé que llora, pues lo acoge el suspiro de la huida. No ve a su amada, ni de noche ni de día. Sueña y vive para verla, sin podérsele acercar. Pues si él la abraza por derecha, por izquierda o por detrás, calcina en vida, calcina y muere al verla marchar.
Amor coercido, amor fuerza vital, amor que mata y que muere mientras el sol se pone a llorar.
Clamor que sueña con poderse acallar, es su vida un martirio al que todos miramos sin mirar; ¡pobre sol! gigante y majestuosa estrella de amor, ¿acaso no es él lo suficiente digno de recibir un poco de lo que dio?
Sabrá sólo el Creador esa razón por la cual no es eterno el sol, ¿será esto justo, un castigo, o una prueba de Dios?
Veo su manto, colmado de gloria y de candor; oigo su canto suave y quedo, acompañado de un tambor.
Si pudiese , le amaría y me fundiría en su calor. Le grito que le amo, pero ya no me escucha, se ha ocultado, avergonzado por yo haber notado su momento de languidez. Quisiera abrazarlo y saciar su hambre de un nuevo ser. Seríamos fuego, color, resplandor, energía y vividez.
Pero, al ponerse, he leído en sus nublados ojos el secreto su timidez; se ha enamorado de la lluvia, de su gracia y su bondad. Lluvia vida, lluvia paz, lluvia risa y sanidad.
Lluvia su llanto, lluvia hecha mujer.
Lluvia y sol, en tanto, son explosión, son recuerdo y también  canción. Somos todos admirando, un amor vuelto color.

Dení Cabo
14/08/12




lunes, 30 de julio de 2012

La tierra de la imaginación


Con la cabeza a punto de estallar…
Tomo una pluma, una hoja y comienzo a llorar.
Sujétate fuerte, que empiezo a viajar.

Mira hacia ambos lados antes de cruzar
no sabes con qué te podrías topar,
criaturas extrañas, todos sin razón, 
bienvenido a la tierra de la imaginación.

Tal vez sientas miedo y pierdas la cordura
y es que aquí nadie tiene atadura,
tus latidos se detienen, el viento ya no sopla
todos sonríen mas no sienten ni alegría ni amargura.

Hipocresía, mi respuesta, después de tantas conjeturas,
nadie es sincero, ni yo en carne lo soy,
no se teme a la oscuridad ni a las alturas,
no hay arriba, no hay abajo, ni yo sé dónde estoy.

Inseguro, infeliz e indiferente,
No sé si a esto se le puede llamar gente.
Quisiera al menos sentir dolor;
pero, por sobre todo, quiero saber qué es el amor.

Es difícil que comprendan lo que siento,
no soy tan superficial como aparento.

A veces creo recordar
un cariño sincero y el calor de la amistad.
Siento mucho no poderme adaptar
a esto que todos llaman sociedad.

Poco a poco empiezo a oír la lluvia,
mas no la siento…
oigo ruidos, todo se mueve dentro de mí
todo cambia, todo cambia en un momento,
una pluma entre mis dedos, veo que todo lo escribí,
una hoja con mi mundo, mi mundo sin razón,
donde puedo ser yo mismo, la tierra de la imaginación.
                                                                                      
Dení Cabo
25/09/09
Orizaba, Veracruz

viernes, 27 de julio de 2012

Cuento de jardín

He permanecido inmóvil tantos años... atrapada en 22 metros cuadrados de verdor.
Me meció el viento en constantes ocasiones, silbándome sutilmente entre sus labios de sol; me llovieron lágrimas y cartas con palabras rebuscadas, la muestra más veraz de un alma desesperada. 
Ahogada en la sesilidad, me torné amorfa y avejentada 
...Allí estaban los parásitos, consumiéndome en vida, lisando órganos y venas. 
Vinieron también las tormentas, con el único deseo de arrancarme de raíz; resistí y resistí; a pesar de que algún pétalo perdí. 
Mas, tu mano de hombre, se acercó a mí con el necio propósito de curiosear. Pese a mi falta de confianza en la especie humana, el pensamiento no bastó para defenderme, pretendí alejar a todo ser ajeno a mi reino con mi natural hostilidad 
...no fue suficiente, allí estaba entonces, sésil y amorfa, embelesada por la apócrifa palabra humana, por la sensación de protección. Y siendo yo, simple flor marchita entre un jardín de nardos, torpe e ingenua, cometí el pecado de amar sin poder, si quiera, respirar.


Dení Cabo

Las tres clases de hombre G.K.Chesterton



Hablando brutalmente hay tres clases de gente en este mundo. La primera clase de gente es el Pueblo; posiblemente integra la clase más amplia y de más valor. Debemos a esa clase las sillas en las que nos sentamos, las ropas que vestimos, las casas que habitamos; y verdaderamente (cuando llegamos a pensar en ello) probablemente nosotros mismos pertenecemos a esa clase. La segunda clase se podría denominar por conveniencia la de los Poetas; por lo general, son un mal para sus familias, pero una bendición para la humanidad. La tercera clase es la de los Profesores e Intelectuales, algunas veces descritos como la gente pensadora; y éstos son un tizón y un objeto de desolación para sus familias y para la humanidad. Se comprende que la clasificación exagera algunas veces, como todas las clasificaciones. Algunas buenas personas son, por lo general, poetas, y algunos malos poetas son, por lo general, profesores. Pero la división sigue la línea de una verdadera hendidura psicológica. Yo no la ofrezco a la ligera. Ha sido el fruto de más de diez y ocho minutos de examen y seria reflexión. 
La clase que se denomina Pueblo (a la que ustedes y yo con tanto orgullo nos sentimos ligados) tiene ciertas casuales y, sin embargo, profundas presunciones, designadas «lugares comunes», como la que se refiere a que los niños son encantadores, o que el crepúsculo es triste y sentimental, o que un hombre luchando contra tres es un hermoso espectáculo. Ahora bien, estos sentimientos no son imperfectos, ni siquiera son simples. El encanto de los niños es muy sutil; hasta es complejo, al punto de ser casi contradictorio. En su forma sencilla y entremezclada, es una consideración hilarante y una consideración de desamparo. El crepúsculo engendra un sentimiento que hasta en la canción de salón más vulgar o en la más baja pareja de amantes, puede llegar a ser un sentimiento sutil. Está extrañamente balanceado entre la pena y el placer; también se lo podría designar como un placer que proporciona pena. La arremetida de caballerosidad por la que todos admiramos al hombre que lucha contra la desigualdad no es muy fácil de definir por separado; significa muchas cosas: compasión, sorpresa dramática, deseo de justicia, deleite de experimentar y lo indeterminado. Las ideas del populacho son, en realidad, ideas muy sutiles; pero el populacho no las expresa en forma sutil. De hecho, no las expresa de ninguna manera, excepto en aquellas ocasiones (ahora solamente demasiado raras) en que se entregan a insurrecciones o matanzas. 
Ahora bien, esto justifica, en otro sentido, el hecho insensato de la existencia de los poetas. Poetas son aquellos que comparten esos sentimientos populares, y pueden expresarles de tal manera que parecen ser las cosas extrañas y delicadas que en realidad son. Los poetas hacen que sobresalga el humilde refinamiento del populacho. Donde el hombre común oculta la emoción más original, diciendo: «Excelente abuelo», Víctor Hugo habría escrito: «L’art detre grand-pére»; cuando el agente de cambios diría bruscamente: «La tarde se está cerrando», mister Yeats escribiría: «En medio del crepúsculo»; donde el peón podría únicamente refunfuñar algo respecto a lo de arrancar y de que es «una preciosa caza», Homero nos mostrará al héroe harapiento desafiando a los príncipes en sus propios festines. Los poetas elevan los sentimientos populares en un grado más ardiente y espléndido; pero debemos recordar siempre que son guardianes de los sentimientos populares. Ningún hombre pudo jamás escribir una buena poesía para demostrar que la infancia era chocante, o que el crepúsculo era alegre y burlesco, o que un hombre era despreciable porque había cruzado su espada con otros tres. Los individuos, que sostienen esto son los profesores o los majaderos.
Son poetas aquellos que se elevan sobre el pueblo entendiéndolo. En realidad muchos poetas lo han escrito en prosa: por ejemplo, Rabeláis y Dickens. Los majaderos se elevan sobre el pueblo rehusando comprenderlo diciendo que sus turbias y extrañas preferencias son los prejuicios y las supersticiones. Los majaderos hacen que el pueblo se sienta estúpido; los poetas hacen que el pueblo se sienta más sabio de lo que jamás ha podido imaginar. Hay muchos elementos del destino en esa situación. El más dispar de todos es la suerte de los dos factores en la política práctica. Muy a menudo los poetas que abrazan y admiran al pueblo son apedreados y crucificados. A los majaderos que desprecian al pueblo se les regala muy a menudo tierras y se les corona. Por ejemplo en los Comunes hay un respetable número de majaderos y comparativamente muy pocos poetas. Y de ninguna manera encontramos allí al Pueblo.
Por poetas, como ya hemos dicho, no me refiero de manera alguna a los individuos que escriben poesías o cualquier otra cosa. Me refiero a los que teniendo cultura e imaginación, las usan para comprender y compartir los sentimientos de sus semejantes; en contraposición a aquellos que las utilizan para lo que ellos denominan alcanzar un lugar más preponderante. Crudamente, los poetas difieren del populacho por su sensibilidad; los profesores difieren del populacho por su insensibilidad. No tienen fineza y sensibilidad suficientes, para simpatizar con el populacho. Las únicas nociones que tienen consisten en contradecir groseramente; tomar por el atajo, de acuerdo con su plan propio y presuntuoso; para decirse a sí mismos, sobre cualquier cosa que digan los ignorantes, que probablemente están equivocados. Olvidan que muy a menudo la ignorancia tiene la exquisita intuición de la inocencia. 
***
Pondré un ejemplo que va a subrayar la línea del debate. Abran el primer periodico cómico que encuentren y dejen que sus ojos se posen amorosos sobre el primer chiste que se refiere a la suegra. Ahora bien, el chiste, por ser un chiste para el populacho, será un chiste simple; la anciana señora será alta y robusta, y el gallina del marido será pequeño y cobarde. Pero por todo esto, una suegra no es una idea simple. Es una idea muy sutil. El problema no consiste en que ella sea grande y arrogante; frecuentemente es pequeña y extraordinariamente hermosa. El problema de la suegra consiste en que es como el crepúsculo: mitad una cosa y mitad otra.
Ahora bien, la verdad del crepúsculo, esa fina y hasta tierna perturbación, nos puede ser transmitida tal como es únicamente por un poeta solamente que en este caso el poeta deberá ser un novelista muy sincero y penetrante, como George Meredith, o el señor H. G. Wells, cuya «Ana Verónica», justamente estoy ahora leyendo con deleite. Creo lo que dicen los buenos poetas y novelistas por cuanto siguen el maravilloso ovillo que les da «Recortes cómicos». Pero supongan que aparezca el profesor, y supongan que diga (como seguramente lo hará), «La suegra es meramente una conciudadana. Las consideraciones del sexo no deben entremezclarse con la camaradería. Las consideraciones de la edad no deben influir en el intelecto. La suegra es meramente Otra Mentalidad. Debemos emanciparnos y librarnos de la jerarquía y de los grados de la tribu». Ahora bien, cuando el profesor haya dicho esto (como lo hace siempre), yo le diré: «Señor, es usted más burdo que los «Recortes cómicos». Usted es más vulgar y más desatinado comparado con el artista más elefantino de café cantante. Es usted más ciego y más espeso que el populacho. Estos vulgares tunantes han logrado, finalmente, conseguir un matiz social y una verdadera distinción mental, aunque sólo pueden expresarla torpemente. Pero usted es tan torpe que no tiene ni de qué asirse. Si usted realmente no puede ver que la madre del novio y la novia tienen algunas razones que las obligan a desconfiar, entonces no es usted ni bien educado ni humano; no tiene usted simpatía hacia los profundos y dudosos afectos del género humano. Mejor es exponer las dificultades como lo hacen los seres vulgares que ser insolentemente inconsciente de todas las dificultades.» 
La misma cuestión puede ser bastante bien considerada en el viejo proverbio que dice: «Dos son una compañía y tres ninguna». Este proverbio es la verdad expuesta de una manera popular; es decir, es la verdad expuesta equivocadamente. Ciertamente no es verdad que tres no sean compañía. Tres son una espléndida compañía; tres es el número ideal para la camaradería pura: como acontece en los tres mosqueteros. Pero si usted rechaza todo el proverbio y se dice que dos o tres es la misma clase de compañía; si no puede ver que tres es un abismo mayor entre dos y tres que entre tres y tres millones, entonces siento tener que decirle que pertenece a la tercera clase de seres humanos; que no tendrá compañía, tanto si se trata de dos como de tres, y que deberá permanecer solo y aullar en el desierto hasta la muerte.