Me alimentaré de cuatro cosas:
la escritura, la música, mi drama y mis recuerdos.
Me aferro más a mi dramatismo,
a mi romanticismo tan característico.
Me rehúso a dejar de exagerar,
dejar de soñar, y como siempre, gritar.
No dejaré de sentir, sólo dejaré de compartir,
si no están listos para mí, no forzaré a nadie a vivir,
a vivir lo que yo vivo, he vivido y viviré.
Me martirizaré aun más, me hundiré más en mi mente,
porque solamente ahí puedo ser yo libremente.
Hoy me obligo a alimentarme de cuatro cosas
con las que cómodamente puedo sobrevivir,
lo demás, que me resulta vano,
es lo que compartiré a la humanidad:
los halagos, los cumplidos, la obediencia,
la lealtad, la solidaridad y la paciencia.
Y cuando mi arsenal de banalidades
quede vacío y no tenga más recursos,
entonces saldré de nuevo a mostrar mis novedades,
las que estará ocultas hasta que les encuentre uso,
un uso que no afecte a los demás,
a aquellos que tan sutilmente me han pedido represión,
me han pedido felicidad, me ha pedido complacencia,
me han pedido conformismo, me han pedido conciencia…
Dení Cabo
04/septiembre/2010