miércoles, 9 de abril de 2014

Memorias de las mal queridas

He creado esta serie de memorias de mujeres "mal queridas" como un presagio, una predicción y un apuesta hacia un futuro propio, en el que ya no tengo fe, y una colección de vivencias de aquellas que me rodean.

1. 
 He tenido relaciones con tres hombres, decenas de veces; y de todas esas veces  he hecho el amor sólo una, solamente una vez me di entera sin negarle nada al que creí que sería el indicado, le di mi mano, mi llanto, mi confianza, mi pasión y la poca ternura con la que aún contaba. Le di mi sexo, vacío, para que fuera llenado.
Recuerdo cuando lo entregué, y una vez que lo cedí no ha vuelto a ser mío. Ni yo he vuelto a ser yo; la que estuvo más veces con ese mismo hombre nunca volví a ser yo, porque cada vez que entraba en mí, había un pedazo de él que no salía y que se añejaba en mí. Y me volvía él, y él se volvía yo. Siempre me pregunté por qué nunca pude volver a hacer el amor, ni con él, ni con el hombre con quien jugué a engañarlo. En realidad no lo engañé, no engañé a nadie con ese placer fingido, ni a uno ni a otro y mucho menos a mí.
Llega un punto en que el sexo es tan cotidiano que extrañas esas cosquillas tímidas que te provocaba dar la mano cuando eras niña. Y buscas por un lado, por el otro, incluso llegas a reconsiderar tu sexualidad pues ya nada basta, no basta uno ni dos; ni los que esperan ansiosos por sentir tu carne te avivan la piel.
¿Y el amor? He dejado de buscarlo, lo busqué tantas veces en él, busqué llenarme de él, y cada día estoy más vacía, con menos ánimo, con menos fuerza, con menos fe. Y añoro los días de mi juventud con extrema melancolía, cuando había esperanzas y me relajaba un café. Ahora duermo tan poco, duermo sin él. 
Duermo y se me pasan los días mientras sueño con volver, volver a cuando no me había entregado, cuando no era mujer, y me reía de la vida, cuando quería crecer. Qué tonta era, la niña queriendo ser mujer, qué ilusa era y sin embargo qué dichosa también. 
He tenido sexo con tres hombres y ninguno se acuerda de mí, no los culpo, yo misma he suplicado al cielo que borren mi imagen de sus recuerdos, la imagen de una mujer deshecha y desahuciada  en sus cuerpos, en sus camas sucias... y he rezado a todos los santos para poder el tiempo retroceder, para no ser la estúpida que ahora soy: enferma, sola, abandonada, sin un hombre y sin Dios.





2.
Tengo 34 años, llevo 15 de casada.
Huí de casa con mi ahora esposo a los 19 años, pensaba que con él mi vida se solucionaría, que nos sobraría el amor y que con eso nos bastaría.
¡Bah! ¡Qué mierda! No ha pasado un sólo día en que no dude de él, un sólo día en que no tema a él, a mí, a todo.













Dení Araoz