domingo, 29 de diciembre de 2013

La primera vez que me enamoré

Fue hace un par de años, tenía unos dieciséis años cuando lo vi, cuando realmente lo vi por primera vez. Él le había llamado la atención a mi amiga casi al mismo tiempo que a mí pero no se lo dije cuando ella me contó que ya había platicado con él. Facebook, sólo habían hablado por Facebook, esa red social maldita que no nos deja vivir las relaciones sociales como debería ser. En sólo un par de días, un par de charlas, el encanto que él ofrecía a mi amiga se esfumó, creo que fue entonces cuando tuve el valor de aceptar mi gusto por él. 
Antes, mucho antes era muy tímida, pero ese día era la kermés de la escuela, había registro civil, estaba él, tan guapo, y yo con un par de amigos tal vez igual de solitarios que yo; mi amiga, la que un día gustó de él, le habló para que se acercase a mí, moría de pena y nervios así que lo evité y huí pero sólo fue cuestión de minutos para que el impulso -de esos impulsos que me han hecho tomar las mejores decisiones de mi vida- llegara, caminé hacia él sin darme cuenta y al notarlo él ya había accedido a mi propuesta, un poco titubeante y desconcertado había contestado afirmativamente a mi pregunta "¿te quieres casar conmigo"?. Sucedió que él tuvo que marcharse instantes después de pronunciar las palabras que dieron el verdadero inicio a esta historia y por un segundo pensé que no volvería cuando entonces se apareció junto a mí y, lo recuerdo, dijo "ya" acompañado de una explicación sobre el por qué tuvo que irse; nos casamos, sin besos, sin abrazos, sólo una hoja que ya no guardo, dos anillos de los cuales no creo que alguno no esté en un basurero, el recuerdo en mi memoria y estas palabras como prueba inmortal de lo que algún día fue.
En la escuela no convivíamos muchos, tal vez nada puesto que no compartíamos ninguna clase, escasos "hola" y "adiós" fueron toda nuestra interacción durante el resto del ciclo escolar. 
Facebook, vuelvo a Facebook, esa herramienta que alguna vez todos utilizamos para decir y hacer aquello que nos nos atrevemos de frente; llegó el turno de las pláticas por ese medio, banalidades, música, y una que otra broma que dejaba entrever mis intenciones. No sé en qué minuto, en que día, siquiera en qué mes él comenzó a gustar de mí pero lo hizo y a finales del año nuestros temas de conversación se habían extendido un tanto, descubrimos que teníamos gustos en común en música, películas, programas de televisión, etc., ya comenzábamos a contarnos algunas cosas y a lanzar algunas indirectas totalmente directas. Me pidió mi número del celular y cuando quise anotar el suyo, noté que ya estaba registrado, lo hizo él mismo en una ocasión en que me pidió mi celular para ver qué música escuchaba. Fue una buena técnica. Después de algunos mensajes de texto, muchos likes a casi todas mis fotos y días enteros sin despegarnos del ordenador, conversando sobre estupideces, me invitó a salir. Sería esa la primera vez en la que habláramos en persona diciendo otra cosa aparte de "hola", estaba muy nerviosa pero mi entusiasmo era mayor. Llegó, llegué, lo vi y caminé hacia él,
 igual de nervioso que yo, mis padres lo saludaron y me dejaron con él. Dimos unas cuantas vueltas por la plaza, sin importarnos mucho a donde íbamos o lo que veíamos, estábamos ahí, juntos, y eso bastaba. Él tenía gripa, ya olvidé cómo iba vestido, yo llevaba una chamarra azul, su color favorito, le gustó la textura de la chamarra o al menos eso exclamó cuando la rozó, tocando igualmente mi brazo. No dijimos tantas cosas como lo hicimos frente a un monitor, tampoco sentimos lo mismo, ni siquiera fuimos los mismos, pero estuvo bien, para mí estuvo bien, tanto que aún podría describirlo con más detalle pero eso, es lo guardo para mí. Fue en diciembre pero la verdad es que ya no recuerdo qué día...
Ya verán, si es que siguen leyendo, que está historia fue más larga cuando aún no empezaba, como verán que no tiene final aunque haya terminado.

¿Estaba ya enamorada en ese momento? No lo sé, he olvidado gran parte de lo que es estar enamorada. Lo que sé es que me importaba, me importaba mucho para no hacerlo notorio. Paso Navidad, año nuevo y era enero, en alguna de nuestras charlas virtuales acordamos salir en grupo al día siguiente, iríamos a ver -creo que Shrerlock Holmes 2- al cine. Fuimos, nos sentamos juntos, vimos la película y cuando no esperaba nada, me dijo "tengo algo que decirte" o algo muy parecido, bromeé sobre lo que podría ser y me mostré ansiosa pero él se limitó a decirme que debía esperar a que terminase el filme .
7 chicos abandonando una sala de cine, bajando escaleras, de repente dos se separan del resto y una de esas dos era yo. Él era la persona más nerviosa que he visto en mi vida, creo que sudaba o temblaba, o tal vez ambas, yo no dejaba de sonreír estúpidamente, como estoy acostumbrada. Mucho titubeo, vueltas y vueltas al asunto, un cambio de lugar pues habíamos perdido la privacidad que buscábamos y allí estaba, en el aire flotaba "la pregunta del millón" conmigo tomándola y transformándola en el sí más asertivo, más efusivo y más deseado que había emitido. Nos abrazamos. 
Es gracioso cómo pasaron un par de días hasta que tuviésemos nuestro primer beso, nuestros amigos llevaban buen tiempo preguntándonos sobre el tema y ese miércoles al fin nos inundó el alivio de ser capaces de responder las abrumadoras interrogaciones en nuestros respectivos grupos sociales. Capturamos los momentos siguientes a ese beso en algunas fotografías donde, si es que él las conserva, se aprecian rostros jóvenes inocentes, felices, vivos. Así me sentía; es cierto que en mí había más malicia que en él, pero a su lado, durante los meses que duramos fui una niña, la niña que no había sido, ni soy, ni seré. Siempre hubieron burlas sobre nosotros, dudas, malas predicciones. Muy cierto es que no fue la mejor de las relaciones; en la escuela no estábamos juntos y cuando sí, era con toda una bola de amigos, lo cual nunca me agradó. Terminé siendo muy cercana a sus amigos, quienes ahora son mis amigos. Pero dentro de las pocas veces que pudimos estar solos, únicamente tengo buenos recuerdos, sé cosas sobre él que tal vez nadie más sabe, sentí cosas que no quiero volver a sentir porque es sagrado, ni siquiera lo voy a escribir porque no podría, no sería capaz de describir ese sentimiento, o estado de ánimo, lo que sea que sea estar enamorado (a). Tengo una imagen específica en la mente y no logro recrear la sensación, mas tengo la certeza de que fue bella, digna de todo lo que sentí por él. Hablábamos todo el día por Facebook, un par de veces me llamó por celular, Twitter. Yo estaba orgullosa de nuestra relación, estoy casi segura de que él también. Hubo tanto que me molestó, tanto. Cosas que tal vez sólo mi mamá y amigos cercanos saben, cosas que nunca le dije, cosas que nos condujeron un poco a la ruptura. 


Dení Araoz