domingo, 15 de octubre de 2017

Correspondencia

Esta carta la escribí en la soledad del cuarto de rayos X de mi facultad, con la intención de ir a dejarla a la oficina de correos al terminar mi jornada laboral. Tenía la idea de que el destinatario la recibiera en su casa y se sorprendiese. Al final, gracias a la persuasión de algunos de mis compañeros y al hecho de que mis emociones se habían calmado un poco al concluirla, he decidido no entregarla, y la verdad es que no creo que su legítimo dueño la hubiese leído pues hasta para mí es un texto largo y tedioso de leer. Sin embargo, la considero digna de estar aquí, en mi blog, junto con las evidencias de todas mis vidas, para que nunca olvide lo que un día sentí. 



9 de octubre de 2017



Durante una buena parte de mi camino a la facultad he venido pensando en escribir esta carta como medio para expresarte mis emociones, ya que pienso que los medios habituales en nuestras conversaciones no son los propios para lo que te quiero decir. Otra de las razones por las que considero que es una buena idea es porque tengo la esperanza de que, al recibir una carta mía en tu correo, sientas la curiosidad de leerla, y no creo que suceda lo mismo si  te mando algún otro tipo de mensaje.

No sé por dónde empezar porque hay tanto qué decir, y aun me temo que no quieras leerme, que no quieras saber nada más de mí pero creo que, al menos, escribir esto me ayudará a desahogarme, porque no lo he logrado en días previos. 

A veces me gustaría poder reaccionar a los problemas como lo hace una buena parte de los hombres y simplemente vaciar mi mente de problemas, despejarme, dormir y relajarme pero no lo consigo. Me da algo de pena confesarlo pero desde que comenzamos a pelear me ha costado mucho trabajo dormir, incluso he dejado de pasar las noches en mi cama y en cambio me la he pasado incomodando a mi mamá, apretujada entre ella, la pared y nuestros cuatro perros, pues la soledad de mi habitación me aflige en demasía; hubieron también días en los que no tuve apetito y otros más en los que no pude parar de comer. Estoy consciente de que no es sano que mi estado de ánimo y de salud dependan de otra persona que no sea yo, y no tengo claro cómo fue que esto comenzó, ni por qué permitimos que los problemas nos sobrepasaran. Sé que yo originé muchos por la ausencia de control de mis emociones, creo más bien que ellas me controlan a mí en varias ocasiones. Y me causó mucha gracia que te refirieras a mí como una persona que se comporta como si tuviera 16 años porque es prácticamente cierto. Siempre he sido muy infantil, emocional, drástica con mis decisiones, entre otras cosas más. Si bien, no es lo ideal, es parte de mi personalidad. 

Sabes bien que no paro de hablar, como tampoco paro de escribir, que soy muy abierta con mi vida sentimental, tal y como lo estoy siendo ahora, y eso es porque desde pequeña he sido así, enamoradiza, dramática y romántica, de esas que se enamoraban profundamente y les gustaba sufrir por amor, pues le sacaba jugo a las historias tristes y escribía pequeños poemas de amor y desamor desde los 14 años. Me gusta justificar mi personalidad dramática argumentando que poseo una naturaleza artística, ya que durante mucho tiempo quise ser escritora, actriz, o cantante, profesiones que requieren expertos en ganarse el sustento explotando sus emociones; pero la verdad es que soy una artista de lo más mediocre, si acaso llego a serlo. No escribo poesía desde hace varios años y desde entonces solo me he dedicado a escribir cartas con el propósito de incluirlas en uno de mis proyectos de vida: un epistolario que pretendo sea publicado cuando sea mayor, o bien, al momento de mi muerte. Como cantante solo me luzco en el karaoke, pues el público me pone muy nerviosa. También intenté un tiempo en el dibujo, limitándome a copiar el trabajo de otros al ver que mis obras originales me quedaban a deber. Como actriz, ni siquiera fui capaz de luchar por mi sueño y preferí conformarme con estudiar para dentista. Te cuento todo esto porque así demuestro que no soy una artista y esta debilidad emocional no tiene algún provecho, sino solo desventajas. 

No sé ser paciente tampoco, se me dificulta esperar a que el tiempo ponga todo en su lugar, y vaya que me está costando no ir tras de ti para pedirte una vez más que arreglemos todo y decirte que quiero estar contigo. Pero comienzo a entender que no puedo presionar al mundo para que camine a la velocidad que yo quiero. Creo que ese es uno de los problemas de los hijos únicos. Somos unos consentidos, en menor o mayor grado. Estamos acostumbrados a que todo se nos dé con solo pedirlo y en la vida real, nadie se porta tan complaciente como los padres. En la vida real tú y yo no estaremos bien por el simple hecho de que así lo desee, este vacío en mi pecho no se llenará con el chasquido de mis dedos, y el enojo que sientes hacia mí no se esfumará con un parpadeo. Debo esperar y, con suerte, suceda dentro de unos días, semanas, meses, años, o tal vez nunca.

Pese a que no justifico tu enojo, lo entiendo, porque tú me recuerdas a mí, también te comportas como yo lo hice en un momento específico de mi juventud. Tuve alguien que me se me figura a mí hoy día, alguien con quien tuve problemas de los cuales huía, incluso llegué a salir de la ciudad en varias ocasiones con tal de evitar solucionarlos porque sabía que cuando regresara, en cualquier momento, ese alguien estaría allí para mí. Lo recuerdo escribiéndome desesperado, todos los días buscando mi pista, mientras yo le ignoraba conscientemente, le recuerdo tocando a mi puerta con los ojos vidriosos y me recuerdo altanera, soberbia... estúpida. 

Hoy me siento igual que él y comprendo un poco por qué a la fecha me sigue odiando y no soporta mi presencia. Yo no te odio, al contrario, como te dije hace unos días, todos mis deseos para ti son buenos, pues creo entender tu comportamiento y basándome en mi experiencia previa, supongo que pasará un buen rato sin que este cambie pues desde tu punto de vista, tú estás bien y yo mal. Lo entiendo totalmente. A mí me llevó mucho tiempo darme cuenta de lo mal que había actuado y cuando lo supe me causó el arrepentimiento más grande que he sentido. Me tomó unos cuantos años perdonarme. Cada que sufría un infortunio en el amor, me creía merecedora de ello, pues de alguna manera debía resarcir mi deuda con la vida por haber dañado a quien me había amado. Todavía hace poco llegué a culpar al karma y, por lo tanto, a mí misma de que las cosas una vez más no funcionen. Con esta breve historia no busco decirte que debas arrepentirte o algo por el estilo. Lo que menos quiero es que algún día te sientas tan patético como me sentí yo. 

Ojalá tú tengas razón en estar molesto conmigo y el escarmiento que me das lo tenga bien merecido. Aunque a  mi punto de vista, no le corresponde a las personas buscar la justicia para el prójimo; esta, tarde o temprano, llega sola. Mas si tú consideras que las acciones que ejerciste para que yo sintiera lo mismo que tú son las correctas, lo comprendo. Muy aparte de mis decisiones abruptas, cuando me tomo el tiempo de pensar sobre alguna problemática, llego a entender completamente tanto tu comportamiento como el mío. Ya te había comentado que entendía por qué actúas como lo haces, y la verdad es que eres igual de infantil que yo, aunque lo manifiestes de una manera bastante distinta. No te juzgo, y espero que no te moleste que me tome el atrevimiento de decirte lo que considero que es la verdad, pues a veces "te llevas pero no te aguantas", lo cual también entiendo. No busco tampoco atacar tu personalidad. Esta tiene muchas ventajas y es lo que te hace ser tú, lo que hace que la gente que te rodea busque tu compañía y es también lo que hizo que me enamorara de ti, con virtudes y defectos. 

Cada quién elige cómo y con quién sufrir y, creo que a la hora de buscar pareja, cuando uno se siente incompleto, busca a alguien que le haga sentir igual. Y la verdad es que yo me sentía mal, me sigo sintiendo mal a pesar de que esté mejor ahora. No entiendo por qué los humanos actuamos así pero sí he estado entendiendo unas cuantas cosas durante todo este año, y contigo quise aplicar algunos de los principios que había aprendido para tener una relación sana; hasta llegué a tratar mi problema más grande desde la raíz, y eso me ha ayudado mucho; si no lo hubiera hecho, me sentiría ahora mucho peor. Quise aplicar algunos consejos que había leído en el verano y gracias a ello, nos ahorré varias discusiones estúpidas. El problema comenzó cuando mis sentimientos sobrepasaron mi control emocional y toda mi inteligencia se fue por el caño. Me enamoré de ti como una loca, una loca que solo ansiaba la presencia del ser querido en sobremanera, perdí la racionalidad con la que había estado manejándome. 

Comencé a pensar en ti como algo a largo plazo y eso no estaba en mis planes iniciales. 

Recuerdo que no te hizo sentir muy bien la noticia de que podía irme a vivir a Aguascalientes en este año o en el próximo, que no te gustaba que nuestra relación tuviera una "deadline". Medité sobre ese tema durante mucho tiempo y la verdad es que cuando comenzamos a salir, no le tomé tanta importancia a la relación como lo hago ahora pero incluso en ese momento me dolía un poco la idea de separarnos y llegué a pensar en declinar la oferta y quedarme más tiempo contigo. Por lo que haya sido, lo de Aguascalientes no se pudo concretar pero sé que en algún momento me iré de aquí a estudiar mi maestría a otra parte del país o tal vez del mundo si soy lo suficientemente afortunada. No nací para quedarme aquí. Pero ¿sabes? Te veía a ti como un motivo para regresar a Orizaba. Al escribir esta última línea vino a mi mente un "siempre" pero me cuesta mucho pensar en una algo tan perenne como para ser digno de esa palabra. No creo que te merezcas estar con alguien que sabe que se irá en algún momento. Si no hubiese sido antier, hubiese sido otro día, tal vez cuando nos quisiéramos más y el dolor fuera más punzante. 

Te voy a confesar que me dio mucha ilusión cuando sugeriste la idea de que en algún momento viviríamos juntos y también cuando hablaste sobre el color de piel de nuestros posibles hijos. No sé por qué lo dijiste o si en realidad lo consideraste pero, como verás, las palabras son importantes para mí y las tomo muy en serio. Sí me llegué a visualizar contigo. Sí fantaseé en algún momento con tener un hijo contigo y venía a mi mente esa foto tuya en la que me parecías el bebé más tierno, con la esperanza de que se pareciese a ti, pese a que siempre alardeo de no querer procrear. Me aterraba un poco el darme cuenta de que, contrario a mis planes, me estaba enamorando de ti y comenzaba a ceder más y más... Sí, me da algo de pena decir esto una vez que hemos terminado la relación pero prefiero ser transparente y decirte cuánto te quiero, para que estés consciente de que si llegaste a sentir algo fuerte por mí, tu amor fue correspondido. 

Acepto que no soy la mejor persona y mucho menos la mejor novia (como a veces te referías a mí), pero intenté ser cariñosa contigo porque me nacía, nunca fue un sacrificio. Tal vez no se notó mucho, pues mi naturaleza  no es tan afectiva. Intenté ser una buena influencia aun cuando en los momentos en que nos comenzamos a tratar me sentía rota por dentro. Intenté pero no lo logré, perdón. Dejé que mis problemas te alcanzaran y contaminaran. Los dos llegamos a conocernos lo suficiente como para mostrar nuestra peor cara. Así como yo te pedí disculpas, tú lo hiciste de igual manera por mostrarte grosero en varios ratos; lo agradezco. 

Durante una buena parte de este escrito he venido tratando de explicarte mi parte de culpa pero la verdad es que tus problemas también me contaminaron a mí, porque, al igual que yo, también tienes asuntos sin resolver. Uno de ellos es tu inseguridad, algo que nunca me imaginé, pues siempre luces  tan confiado y seguro de ti, pero eres inseguro, como yo. Me lo demostraste desde que estaba por partir a San Luis Potosí y sugeriste que merecía algo mejor que tú. Ese día estaba muy sorprendida, molesta, decepcionada. No podía entender por qué lo decías, siempre he pensado que una pareja "mejor" que tú te debe motivar a ser una mejor versión de ti mismo, no una razón para sentirse inferior. Yo no me consideraba alguien tan superior a ti como para que no fueras digno de estar conmigo. Y no lo digo por mi autoestima baja, pues cada día estoy más consciente de quién soy y lo que merezco. Lo digo porque, si bien me he destacado en algunas ocasiones en el ámbito académico, tengo muchas deficiencias en otros muchos ámbitos, y en muchos de ellos me llevas ventaja, yo estaba dispuesta aprender de ti. Yo veía en ti muchas cualidades que tal vez tú mismo omitiste en ese entonces. Para mí, tú eres mejor que yo en todas aquellas cosas en las que yo fallo. Tú eras a quien quería y a quien sigo queriendo a pesar de que haya miles de personas que podrían ser consideradas por el mundo como una mejor opción para mí. 

En algunas ocasiones quise reafirmarte pero no lo hice bien pues creo que nunca estuviste seguro de mi amor por ti. Discúlpame por no hacerte ver todo lo que sentía por ti. Pero tampoco creo que sea yo ni nadie más quien cambie ese sentimiento en tu persona, sino tú mismo y no sé cuándo vayas a querer darle la cara a tus emociones y a tus miedos en busca del bien propio. Por mi parte, te vuelvo a decir que eres un hombre muy valioso, inteligente, bien parecido, agradable hasta morir, sincero, cariñoso, y muchas otras cualidades más que aún quedan por mencionar y otras cuantas que quedan por conocer por la persona adecuada, que tal vez no soy yo. 

Supongo que todas las personas tenemos problemas sin resolver. Dudo mucho que todos vayan por la vida sintiéndose plenos y sin miedos. Es solo que nosotros dos somos unos tontos inmaduros que, queriéndose, prefieren seguir en un juego de devolverle al otro lo mal que se han hecho sentir en vez de ser un apoyo para el otro. Este juego comenzó justo cuando los dos nos encariñamos más, ¡Qué tontos! ¿No? Pudiendo habernos dado todo el amor y cariño que sentimos, preferimos seguir sufriendo y haciendo sufrir. Ninguno de los dos paró. Y cuando uno lo intentaba, el otro seguía ufanado como si causarle dolor al otro fuese algo plausible. Los dos nos comportamos como unos adolescentes en vez de como los adultos que se supone que somos. 

Podríamos haber seguido con este tonto juego por un tiempo indefinido pues ninguno había tenido el valor de dejarse definitivamente, creo que eso es porque los dos aún nos queremos. Yo misma intenté ser quien pusiera fin al suplicio interminable de pelear y arreglarnos pero con eso solo conseguí lastimarte y molestarte porque creías que te quería terminar, cuando lo que quería terminar era este pleito sin sentido. Quise hacerlo en distintas ocasiones pero al estar en tu presencia solo quería abrazarte, besarte y fundirme contigo porque, como dije, estoy enamorada de ti. Actué mal, te pido perdón una vez más.

Yo pensaba que al terminar contigo este dolor desaparecería pero al menos a mí no me ha funcionado. Me siento triste y hay momentos en los que me siento tan vacía que quisiera salir corriendo a buscarte. Aun hoy, lucho por desaparecer la esperanza de que volvamos y estemos juntos, bien. Eso es lo que yo más quiero y me repito a diario que no puede ser, tratando de convencerme a base de constancia. Me trato de olvidar de esa opción porque es imposible mientras los dos sigamos así de ofuscados, mientras nos sigamos molestando por cosas sin sentido y sigamos reprochándonos nuestros errores en vez de hablar y solucionar problemas. 

Me duele. Me duele y creo que a ti también. Me duele terminar una relación con el hombre de quien estoy enamorada y con quien había comenzada a pensar a futuro, pero ya no quiero seguir sintiéndome así, y espero que lo entiendas. Sí, soy egoísta, pero esta vez no termino por eso. Es inhumano, es atacarme a mí misma el permitirme continuar así, ansiosa, intranquila, con ganas de vomitar todo el tiempo. Estos malestares me han impedido llevar a cabo mis actividades diarias con normalidad, yo no sé disimular cuando no me siento bien. He tenido dificultad para concentrarme en mis actividades académicas y ni siquiera he podido brindar una atención de calidad a mis pacientes pues siempre estoy intranquila. Tú me has dicho que tampoco te sientes del todo bien. Quise arreglar las cosas y dejar de pelear y propuse planes que fallaron, pues tarde o temprano caíamos a lo mismo aunque llevásemos días sin pelear. Quise que fuéramos amigos aunque sabemos muy bien que yo ya no te puedo ver como un simple amigo. 

La semana pasada ya habíamos logrado no pelear y sigo sin entender el porqué de tu actitud del sábado si hasta un día antes todo pintaba bien. No lo entiendo y me gustaría que algún día me explicaras por qué actuaste así conmigo. ¿Por qué somos tan malos con las personas que queremos y nos quieren? 

Ese día me prometí a mí misma que si me volvías a despreciar, lo tomaría como señal para dejarte ir, esta vez en serio. Tomaría la decisión de ponerle fin a nuestra historia por mi bien y por el bien de los dos. Me hice esa promesa mientras rogaba al cielo que no hubiese necesidad de cumplirla, deseando que nos viéramos y pasáramos un rato juntos siendo felices. Tal vez no entiendas por qué tomé ese hecho como determinante pero ya no podía más, una vez más estaba deshecha. Aunque sigo siendo creyente de que todos los problemas tienen solución, las relaciones son de dos personas, y por más que yo intentara, mientras tú y tu enojo no lo permitieran, no existirían soluciones. 

Así que yo me voy porque no soy capaz de seguir así, de partirme en pedacitos con cada desprecio tuyo. No es justo, para nadie. Discúlpame por no haber sido la novia que ambos esperábamos que fuera, discúlpame por haberte causado sentimientos totalmente contrarios a los esperados. Yo te disculpo por todo aquello por lo que no me has pedido perdón. 

Siento horrible de ver cómo está terminando esto porque esperaba que cuando llegase el día, ocurriese una ruptura amistosa y no con una muestra más de tu indiferencia. Siento mucha tristeza porque no se me hace justo que dos personas que se quieren terminen así. Voy a extrañarte mucho, voy a extrañarte cuando esté en cada lugar en donde quería estar contigo, cuando vea algo que sé que te gustaría y cuando imagine cuál sería tu reacción ante determinada situación. Me acordaré de ti cuando me haga consciente de que mi cabello huele a shampoo y piense en cómo solías decírmelo, cuando pase por los sitios donde solíamos vernos, cuando antes de dormir, como todas las noches, piense en ti. 

Estoy decepcionada y molesta. ¿Sabes? Siempre te defiendo. Siempre digo que tú me quieres pero la verdad es que no me lo demuestras. Y la verdad es que ya no estoy segura de lo que sientes por mí. No se me hace justo que yo luchara más por salvarnos y si tú me dejaste ir sin oposición fue porque en realidad no querías seguir conmigo. Te he abierto mi corazón en distintas ocasiones, me he mostrado vulnerable, sin miedo, y no fui correspondida. Tenías razón, no me mereces. Pero a pesar de todo, te quiero y eso no lo puedo evitar, como tampoco puedo evitar el decirte todo esto que siento. 

Gracias por todo lo que vivimos en este corto tiempo, gracias por hacerme escribir de nuevo y por hacerme sentir tan enamorada como no lo había estado desde que era niña. Tenías razón, no debía decirte lo que siento hace unas semanas, no en ese estado, pero la verdad es que ese estado se ha vuelto mi único estado y no creo volver a tener otra oportunidad para decirlo, así que lo diré. Eres un idiota, tan idiota como yo. Eres un idiota y, te amo. 



Dení Araoz